domingo, febrero 20, 2005

"La muerte es una hembra que me excita":

"Mi mayor regalo es mi libertad", "Me importa un carajo la categoría social", "Soy un tipo amorosamente agresivo", "No me gustaría volver a ver si lo que tengo en frente es la guerra, un mercenario de sotana, o un esclavo de la vida".
Frases como estas podrían ser las últimas que pronuncie en Cali el cantautor argentino Facundo Cabral, quien dice estar despidiéndose de Alicia y las palomas, las golondrinas y malas señoras.Facundo, el que no es de ninguna parte, el que aprendió a leer a los catorce años de edad, el mismo que conoció el verdadero significado de la libertad al escapar del reformatorio y que no ha parado de llevar el mensaje de Dios desde que empuñó una guitarra a cambio de un pan, habló con el Diario Occidente antes de su presentación del pasado viernes en el Teatro Jorge Isaacs.
¿Al fin de dónde es?Yo no soy una persona de un solo lugar, paso más tiempo en hoteles, subido en aviones... no tengo una casa, tampoco una familia... no soy de ninguna parte.
¿De nunca haberse hecho pasar por cantante, quién sería?Lo mismo. Sería un vagabundo de otra manera. Sería el mismo campesino que soy ahora pero no estaría recorriendo el mundo en aviones, ni hospedado en los mejores hoteles. A veces parecería un tipo sofisticado por la lectura y la vida intelec-tual, pero sigo siendo un campesino.
¿Qué es lo que más envidia?Escribir un solo libro como García Marquez. Si hubiera escrito tan solo un párrafo como él, sería aun más feliz. Gabo escribió lo que siempre quise leer. Yo fui amigo de Borges y tengo lectura de gente que amé mucho, pero personas como García y Picasso, nadie.Qué le falta por hacer?Lo más simple nunca lo hice y es una familia y a esta altura es difícil. Lo que cualquiera hace fácilmente, yo no lo hice. Yo vivo bien, a pesar que tengo muchos impedimentos físicos, no veo casi nada, me tienen que llevar. Sería lindo llegar a una casa y ver nietos... Dios me dijo, elige esto o aquello, yo elegí esto (la música) y me tengo que resignar.
¿Por qué razón nunca se volvió a casar o tener hijos?Quien murió en ese avión fue mi mujer y yo soy hombre de una mujer. Ella era la persona que Dios tenía prevista para mí. Pasaron muchos años, amé y conozco mujeres maravillosas, pero no para tener una familia. Querer ocupar el lugar de Carlos Gardel no, `hacé otra cosa', ese lugar no lo ocupa nadie.Si pudiera replantear algunas cosas de su vida,
Cuál ha sido su mejor regalo?Definitivamente aprender a leer y el amor a la libertad. El amor a la libertad, aprendí a leer y a escribir. Hasta los 14 no supe lo que era la lectura, desde ese entonces, leí hasta 14 horas diarias. Lo mejor que me encontré en este mundo fueron los libros.
¿Cuál podría ser el mejor texto que ha leído?Muchos. Me gusta el Evangelio según San Lucas, es un poema. La Historia de Macondo. Siempre traté de ser un contador de historias y creo que es lo que mejor hago. Yo empecé a revelar las crónicas de mi pueblo hasta que en 1968 apareció en mi vida y en la vida de millones 100 años de soledad. En ese momento mi madre me dijo `carajo, olvida lo del pueblo porque nadie podrá contar algo mejor'.
¿Si pudiera volver a ver como lo hacía a sus catorce años de edad, qué le gustaría apreciar?Las flores, los pájaros y ver venir a mi ahijado. Antes lo veía de lejos, ahora me tiene que gritar para saber que viene.¿Por qué lo de médico del alma?Porque he escuchado relatos de mujeres que después de oirme, no abortaron, personas que dejaron de consumir drogas, gente que dejó su deseo de suicidarse. Es algo que pasa a través de Cabral, Dios pondrá algo por ahí. Yo no voy al teatro pensando en salvar a alguien, algo pasa, va a ser fantástica, aparece, sólo ahí debe meter la mano Dios.
¿Le tiene miedo a la muerte?No, me excita. Es la única hembra que realmente me excita. Vivo bien, pero el hecho de librarme del cuerpo, ser puro espíritu y sentir la mano de Dios diciéndome `vamos'... ¡Sí padre!. ¡Vamos!.
¿Los años no lo hicieron re plantear su posición frente a la política?No. Traté de estar muy lejos de esa porquería, del arte de dividir, y así será hasta el final. Toda división es infamia. La justicia es armonizar diferencias y eso sólo lo logra el amor

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